Vivir es un acto de fe.

Hace tiempo cambié los “¿por qué?” por los “¿para qué?” Creo que en esta vida todo sucede para algo y casi siempre para bien, todo tiene un propósito, aunque en el momento que lo estamos viviendo nos cueste trabajo comprenderlo o aceptarlo. La claridad nos llega casi siempre en retrospectiva, al mirar hacia atrás todo cobra sentido y comprendemos su razón de ser. La vida casi siempre nos enseña que aquello que creíamos un inconveniente, termina siendo una bendición. Se trata de poder ver las bendiciones escondidas detrás cada situación y cada experiencia que se nos presenta. Aprender a mirar con la sabiduría del alma.

Otra de mis certezas de vida es que lo que nos hace sentir mal, lo que nos provoca frustración, malestar y sufrimiento, no son los hechos por sí solos, si no nuestra interpretación personal y muy particular sobre el hecho, nuestros pensamientos asociados a este. Se trata de estar conscientes, observar e identificar aquel o aquellos pensamientos que provocan la tristeza, el enojo, la frustración o la emoción que siento, para dejar de poner mi atención allí. Evitar dedicarle tiempo y energía a esos pensamientos que decidí creerme y que provocan esos sentimientos que me hacen tanto daño. Dejar de poner nuestra atención en los pensamientos que no me sirven porque me hacen sentir mal. Intentar separar las interpretaciones de los hechos y más aún, cuestionarnos esos pensamientos hasta deshacerlos.

Intentemos contemplar los pensamientos en la mente como a las nubes en el cielo, ellos están ahí, los puedo ver, observo cómo se mueven, cómo cambian, cómo pasan y decido que no me voy a enganchar en ellos, voy a dejarlos ir, porque mi mirada y la plenitud de mi Ser, está más allá de esas nubes, está en el cielo…o en el mar…en el infinito que nos une y nos conecta, desde una esencia común de luz, amor y vida.

Uno de lo más aportes más valiosos de la psicología positiva es que nos ofrece un nuevo paradigma, desde el cual, en lugar de enfrascarnos en batallar y rechazar el sufrimiento o el malestar que sentimos, centremos nuestra atención y energía a construir y amplificar nuestro bienestar. Uno siempre tiene el poder de elegir donde pone su atención, lo cual resulta crucial porque donde pones tu atención, crece y lo que resistes, persiste cuando le entregas tu energía a lo que no quieres, a aquello que te hace sentir mal. Se trata de crear nuestro bienestar poniendo nuestra atención en aquello que si funciona, si me gusta, si está bien y me hace sentir bien. Recalibrar la brújula para construir nuestro bienestar poniendo nuestra energía y presencia en esas relaciones y áreas de tu vida donde encuentras satisfacción y bienestar.

Aprendí que la paz no es la ausencia de conflictos. Los conflictos forman parte de las relaciones al igual que son parte de la vida, nos ayudan a conocernos, a poner límites saludables, a aprender y crecer. Descubrí que puedo vivir con ellos porque siempre me ofrecen la oportunidad de aprender lecciones importantes y necesarias para mí. Cuando evitamos el conflicto casi siempre lo estamos internalizando, lo llevamos hacia dentro de nosotros, con el consiguiente costo emocional, negándonos la oportunidad de aprender y de ganar presencia en el mundo exterior.

La paz es un lugar interior, un espacio dentro de uno, en el centro y la esencia de lo que somos, a la cual podemos conectarnos de muchas maneras, para intentar vivir y actuar desde allí. Lo que sucede afuera nos afecta, en especial, las interpretaciones que le damos a esto que sucede afuera.  Por eso es tan importante tomar tiempo y distancia cuando se presentan situaciones que nos sacan de nuestro centro, para evitar reaccionar ante esto.

El cuerpo emocional está acostumbrado a reaccionar, es su naturaleza, por eso procuremos hacer una pausa para evitar reaccionar y comenzar a responder de la manera que mejor nos ayuda a comunicarnos y relacionarnos. Concedernos tiempo para que nuestras respuestas y acciones sean el resultado de nuestras decisiones, dejando de reaccionar en automático, tomando en cuenta lo que queremos y lo que no queremos, para nosotros, en nuestra vida y nuestras relaciones.

La felicidad es un acto de decisión personal, uno decide ser feliz. Es un estado general y superior de la existencia. Se puede ser feliz, lo cual no significa que estés todo el tiempo contento. Habrá momentos en los que no te sientes bien o te pongas triste o te gustaría que algo fuera diferente. Estas son situaciones temporales y especificas dentro de un estado más amplio, superior y permanente de bienestar o felicidad. Ambos, lo transitorio y lo permanente más allá del momento, la situación, los pensamientos y las emociones asociadas a todo esto, son muy válidos, todo tiene su razón de ser. Su propósito primero o más evidente, su beneficio inmediato, es aprender las lecciones que nos son entregadas a través de los vivido. Los significados son dinámicos y según pasa el tiempo estos evolucionan hasta convertirse en razones y lecciones más cercanas y personales, significados propios.

En la vida no hay errores, sólo lecciones y estas se repiten hasta que nos las aprendemos. Detrás de cada relación, de cada persona y de cada experiencia hay enseñanzas de vida importantes y necesarias para nosotros, para crecer adentro, para despertar, para evolucionar hacia un nuevo nivel de consciencia, una nueva manera de participar de la vida. A vivir se aprende viviendo y eso nadie más puede hacerlo por ti. Tu vida es tuya. Cada relación es una escuela y cada persona en ella es un maestro.

Todos actuamos y nos comportamos de acuerdo con nuestro tipo de personalidad, el entorno en el que crecimos y nuestro nivel de conciencia. Nuestra actitud, respuestas, decisiones y acciones son el resultado de cómo somos, los lentes a través de los cuales miramos la vida, nuestra historia personal, las circunstancias que nos rodean y el nivel de conciencia que poseemos. Todo esto nos permite comprender mejor a nosotros y a los otros. Darse cuenta será siempre es el primer y más importante paso en el camino a partir del cual lograr aquello que deseas.

Los escritos que aquí les comparto indican el camino hacia el reencuentro con uno mismo. Cuanto en ellos entrego lleva el propósito implícito de comprender, descubrir y aprender cómo soy, qué quiero, qué es importante para mí, cómo puedo lograrlo, qué es posible, qué depende de mí, qué está en mis manos, con qué recursos cuento, dentro y fuera de mí. Abrir un espacio para reflexionar, meditar y participar de la vida desde nuestro ser y nuestra esencia, regresar a uno mismo, a ti, a tu esencia, a quien eres en realidad, a tu verdadera naturaleza. Para conectar con tu Ser. Para vivir y actuar desde allí.

Tan importante como aprender es hacer, aplicar y utilizar aquello que hemos aprendido. Porque entender no pasa de ser únicamente un ejercicio intelectual reducido al espacio de la mente. El verdadero cambio en nuestra vida, aquello que nos llevará a lograr lo que deseamos, son nuestras acciones. Tan imprescindible como contar con el conocimiento, será aplicar cuánto hemos aprendido en este camino, para de este modo lograr los resultados que deseamos. Tu actitud, tus decisiones y tus acciones son el puente que te llevará de tus sueños a la realidad que deseas crear. Se trata de comenzar a mirar las experiencias que vivimos bajo la luz y el deseo de aprender, crecer y compartir, lo cual le confiere propósito y todo su valor a este viaje que llamamos vida.

En la comunión de las almas.

A Gabriel García Márquez

Nadie como tú para navegar con absoluta libertad en los mares desconocidos de la palabra, para fluir a tu antojo en aguas inexploradas, hilvanando frases mágicas y reales donde narrar lo indescriptible. El universo de las palabras puesto al servicio de los sentimientos, en ese acierto tan tuyo, único y personal de traducir lo que habita en el alma para expresar lo indecible. Eres la transfiguración del milagro y el talento, la huella eterna de lo divino en este mundo. La esperanza de la vida y la certeza del amor infinito como amuleto irreverente desafiando a la soledad.

Leerte siempre será un deleite superior donde encontrarle sentido a esta existencia, para resonar con lo mejor de nosotros mismos, en ese recinto interior donde confluye en armonía lo humano y lo divino, donde constatar nuestro sentido de pertenencia e identidad. Compartir la travesía en cada una de tus historias, fue la prueba irrefutable de la existencia del alma. Tus libros crearon ese espacio sin tiempo donde encontrarnos y comulgar, desde la esencia del Ser.

El opuesto de morir no es vivir, en realidad lo contrario de morir es nacer. La muerte es un paso más en el camino de la vida y su verdadero significado es transformación, para continuar el viaje esta vez desde otra dimensión y quedarnos por siempre habitando en el amor y luz, en la memoria perenne y lo infinito. En el corazón de quienes nos acompañaron en el camino.

Hubo un antes y un después cuando llegaste a mi vida. Creció mi mundo, esta vez hacia adentro y para siempre, me llevaste de la mano en un viaje sin retorno hacia la plenitud de mi alma. Gracias por enseñarme a volar, por iluminar con historias mi espacio interior, por llevarme a vivir en el universo real de los sueños y mantenerme por siempre fiel a la magia de los sentimientos.  Me quedo en tu paz.

De muchas maneras…

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A Santiago Feliú quien se nos ha adelantado. Te vamos a extrañar porque siempre nos hará falta la magia de tus canciones y la fuerza de tu guitarra para creer en lo imposible, alimentar los sueños y sostenernos en la esperanza…

“De muchas maneras”

No te dejo ir

te quedas aquí, conmigo

… para siempre…

Viviendo en mí cada vez que la emoción me moviliza

Poniendo todas tus velas en el altar de mis sentimientos

Abrazando la locura por instinto

Desafiando los extremos para pintarlo todo de matices

Besando lo que no alcanzo a explicar y sólo logro entender a través del mundo mágico de los sentidos

Existiendo desde el alma, en el universo personal de todos mis sueños

Cuando vuelvo a sentirme adolescente y me descubro y me asombro y me olvido

Cuando el corazón se me llena de llantos y de cantos

En el silencio profundo de las palabras que no digo

En la ilusión y el amor que entrego al mar

En las alas, en el vuelo y en tu cielo

Celebrando la vida… que nos cantas

porque no hay otra fantasía más sagrada que vivir.

Regla No. 6

Hoy les comparto esta historia que escuché hace un tiempo atrás, por demás en inglés y que hoy trato de reproducir acá, haciendo mi mejor esfuerzo por rescatarla de los laberintos de la memoria, de la manera más fiel posible.

Una vez se reunieron los Jefes de Estado de dos países muy importante. Mientras sesionaba la cumbre entre ambos mandatarios, entraban a la sala diferentes ministros, asesores, asistentes y personal del Staff que formaban parte del equipo de trabajo que tenía a su cargo la organización del evento.

El mandatario anfitrión cuando veía que alguien de su equipo traía cara seria, se mostraba tenso, preocupado o nervioso, le decía en tono suave y con amabilidad: Recuerda la regla No. 6. Así entro la secretaria con gesto serio y el Jefe de Estado le dijo con una sonrisa: Isabel, recuerda la Regla número 6. Inmediatamente Isabel cambio su expresión, sonrió y le dijo: Tiene usted mucha razón, cómo he podido olvidar la Regla No. 6? ¡Gracias por recordármela! Luego entró uno de sus asesores con rostro preocupado y el Presidente le comentó: Ricardo, recuerda la Regla No.6. El asesor enseguida cambio su rostro y le respondió: ¡Si, es cierto! Había olvidado la Regla número 6. Gracias por recordármela. Luego entró uno de sus ministros con el ceño fruncido y gesto rígido a lo que el presidente enseguida le dijo: Sofía, me parece que has olvidado la Regla No. 6.  A lo que Sofía modificando en ese instante su expresión le respondió: Es cierto, ¡cómo pude olvidarme! ¡Gracias por recordarme la Regla No. 6!

Y así sucesivamente, se repetía la misma escena con cierta frecuencia y cada vez menos en la medida que todos recordaban la Regla No. 6. En cada ocasión que aparecía alguien del equipo del Presidente del país anfitrión con expresión preocupada o gesto grave, el Presidente le recordaba la Regla No. 6.

El Presidente del país invitado no salía de su asombro y tal fue su sorpresa y curiosidad que no se pudo aguantarse y le comentó al otro Jefe de Estado: Sé que tenemos muchos temas importantes que tratar y solucionar en este encuentro pero por favor, dime cuál es la Regla número 6. El Jefe de Estado anfitrión le preguntó por qué quería saber sobre la Regla No. 6, a lo que el mandatario extranjero le dijo: Es que me sorprende muchísimo y resulta tan evidente como cambia la expresión y la actitud de las personas para bien, cada vez que recuerdan la Regla número 6. Por favor, necesito saber cuál es la Regla No.6 para compartirla con todo mi país!

El mandatario anfitrión sonrió y le dijo: Es muy sencillo, la Regla número 6 dice, no te tomes la vida tan en serio.

El otro Jefe de Estado se quedó sorprendido de la simpleza y efectividad de la Regla No. 6 y no pudo resistir la tentación de preguntar: Entonces, cuáles son las otras reglas? digamos la Regla No. 1, 2, 3, 4, 5, 7, 8….? El Jefe de Estado anfitrión nuevamente sonrió y le dijo…no hay más reglas, esa es la única regla, la Regla No. 6. Le pusimos ese número simplemente porque nos gustó.

Y esta es la historia. Ya sabes, ante cualquier situación o cualquier eventualidad que ocurra, si te sirve y si te ayuda…recuerda la Regla número 6.

La vida es liviana y ligera, se trata de aprender a fluir con ella y confiar en su proceso natural.  Todo está bien como es. Estrenemos una nueva y mejor mirada cada día para ser capaces de reconocerlo, apreciarlo y agradecerlo.

En el alma todo es simple y por lo mismo, tan poderoso.

Felicidad y pensamiento mágico.

Existe en nosotros el pensamiento realista, es decir, la capacidad de analizar de manera objetiva la realidad, con sus variables y cuánto acontece en ella, considerar los hechos tal y como son, sin interpretaciones, juicios, ni preferencias.  Y de igual manera también contamos con nuestro pensamiento mágico.

El pensamiento mágico representa nuestro mundo ideal o nuestra idealización de la realidad, situaciones, circunstancias, las relaciones y personas que conforman nuestro entorno afectivo. La estructura de pensamiento mágico para las relaciones afectivas condiciona las definiciones que tenemos sobre cómo deberían ser las personas, en especial aquellas con las cuales mantenemos relaciones afectivas.

Cuando en nuestras relaciones ponemos a competir a la persona ideal que existe en nuestro pensamiento mágico con la persona real, esta última casi siempre sale bastante desfavorecida. Así sucede cuando, por ejemplo, sin darnos cuenta, ponemos a competir a nuestro hijo ideal con el real, donde el segunda casi de seguro saldrá perdiendo. Además de llevarse consigo la tremenda carga de no sentirse visto ni aceptado. En las relaciones humanas y en especial con nuestros hijos, el reconocimiento y la aceptación del otro resulta crucial para la constitución y mantenimiento de un vínculo afectivo sano y determina la calidad de nuestra relación con ellos. Es parte de nuestra responsabilidad como padres mantener, cuidar y cultivar el vínculo con nuestros hijos, en especial cuando ellos aún no son adultos.  Es muy necesario expresar nuestro amor a través de una mirada apreciativa hacia ellos, valorándolos por la persona que son, mirando al alma, mirando adentro.

Por ello resulta tan importante que veas a tus hijos, tus padres, tu pareja y a todos los que quieres como ellos son, con profunda aceptación y gratitud porque ellos están en nuestra vida para entregarnos las lecciones que necesitamos aprender y crecer, para evolucionar como personas, mirando, escuchando y queriendo desde el alma. Siempre digo que cada relación en mi vida es una escuela y cada persona que participa de esa relación conmigo, un maestro.

La distancia entre nuestro pensamiento mágico y la realidad es lo que a menudo nos provoca sufrimiento, insatisfacción o desilusiones. Nuestro pensamiento mágico se expresa a través nuestras expectativas sobre los otros, las situaciones y circunstancias de la vida, por demás muy poco realistas. Esta insatisfacción muchas veces se traduce en forma de desilusión, en el “si, pero”, “casi”… en concentrar nuestra atención en aquello que nos falta y lo que nos gustaría que fuera.  Ese mal hábito de buscar el grano oscuro en el arroz produce mucha infelicidad, desear lo que no es o lo que no se tiene.

En nuestras relaciones cuando comparamos a nuestra pareja idea con la real, esta última casi siempre pierde porque es muy poco probable que el otro, el real, tenga la capacidad sobrenatural de adivinar por arte de magia lo que pienso y quiero para poder cumplir con las expectativas de mi pensamiento mágico. Porque además y con frecuencia, ni siquiera nosotros mismos sabemos a ciencia cierta lo que queremos. Que tremendo reto le pasamos al otro para adivinar y atinarle a lo que incluso ni nosotros mismos sabemos.

Cuando pretendemos que al otro le nazca hacer y entregar lo que esperamos de él, esto casi siempre nos traerá frustración garantizada, porque estamos poniendo al otro a adivinar y atinarle a nuestro pensamiento mágico. Cuando quieras algo, dilo, enséñales a los otros cómo tú quieres que te quieran.  El que no habla Dios no lo oye, cuando quieras algo, pídelo.

Ya lo sé, cuántas veces he escuchado decir: pero no es igual si se lo pido porque se supone que debería nacer del otro sin que yo se lo diga. El acto de amor está en que el otro me escuche y tome en cuenta lo que le pido, y no está en que adivine mi pensamiento mágico. Porque no tenemos una bola de cristal para mirar cada mañana y saber cuál es el pensamiento mágico de mi pareja, de mis hijos o las personas que viven conmigo para poder realizarle sus deseos y demostrarles así cuanto los amo.

Como muchas veces digo, la bola de cristal se me rompió, prefiero que me digas lo que quieres, lo que esperas, lo que te gustaría que hiciera y no me pongas a adivinar e interpretar tu pensamiento mágico. Hagamos de la relación un acto de amor y confianza donde podamos hablar con la certeza de que el acto de amor radica en que el otro escuche lo que le estoy diciendo, pidiendo o comentando. El gesto de amor es que el otro me tome en cuenta, valore y actué según aquello que le he compartido que es importante para mí.

Ese mal hábito de comparar mi mundo mágico con mi mundo real, casi siempre se expresa en forma de queja, disgusto y reclamo. Cuando en realidad lo que tenemos es casi siempre mucho más que lo que nos falta, lo que pasa es que no lo vemos. El pensamiento mágico nos lleva irremediablemente a fijarnos en lo que nos falta, nos impide valorar y disfrutar lo que tenemos.

Aprovechemos la oportunidad para enseñarle a nuestros hijos tolerancia la frustración, porque en la vida uno no siempre tiene lo que quiere y, aun así, sigue siendo buena. Esto no impide que seas feliz porque la vida es cómo uno quiere mirarla y vivirla, tú decides cómo quieres estar y cómo lo quieres pasar: bien o mal, feliz o insatisfecho. Tú decides.

La persona más feliz no es la que más tiene si no aquella que disfruta todo lo que tiene. Porque cuando no eres feliz con todo lo que tienes, no lo serás con lo que te falta. La felicidad es un acto de decisión personal, uno decide ser feliz cada día. La felicidad es una actitud ante la vida. Uno decide cómo actuar, interpretar y responder aquello que acontece cada día. Tú decides si quieres amargarte, quejarte y pensar que todo está mal o por el contrario, si quieres verlo como una valiosa oportunidad para observar y observarte, darte tiempo para decidir cómo quieres actuar, valorar cuáles son tus opciones, qué quieres hacer para ser y estar lo mejor posible dadas las circunstancia, para aprender y crecer con cada situación que se nos presenta.

La vida se trata de elegir. Igual que decides la ropa que te pones en la mañana, lo que te preparas para desayunar y el camino que tomarás para llevar a tus hijos a la escuela o llegar al trabajo. Uno tiene la posibilidad de decidir cómo quiere vivir su día. Tú eliges.

La felicidad es un tema del alma que poco tiene que ver con lo que pasa afuera o las cosas que tenemos. Se trata de reconocer, disfrutar y agradecer cuánto tenemos y vivimos. Se puede ser permanentemente feliz lo cual no significa que estemos siempre contentos. Se trata de mirarnos al alma, de mirar adentro. Hagamos de nuestra vida un acto de amor y de nuestras relaciones el mejor espacio donde compartirlo.