Aceptar no es resignarse.

Resignarse es una actitud conformista y pasiva que alimenta el resentimiento y la desesperanza. La aceptación es dejar de pelearnos con la realidad para sacar el mejor provecho de la situación incluso cuando no estemos de acuerdo, ni aprobemos los sucedido. Es la capacidad de aprender de la experiencia, la relación y tus circunstancias. Es crecer para evolucionar a un nuevo nivel de conciencia e implica un trabajo personal, de voluntad por elección. Lo más fácil es resignarse pues es un acto pasivo que no representa ningún esfuerzo mientras que la aceptación implica voluntad para desarrollar la resiliencia, aprender, crecer y sacar el mejor provecho de la realidad.

Foto: Jorge A. Calderón

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