Había una vez un pueblo de ranas. En este pueblo vivían ranas positivas, entusiastas, alegres y animosas. También y por la simple razón de que para que el mundo sea mundo tiene que haber de todo, en este pueblo vivían las ranas negativas, esas que a todo le encuentran un inconveniente, casi siempre llevaban la contraria y se quejan casi todo el tiempo. Esas que tienen un problema para cada solución, el “no” en la punta de la boca o en el mejor de los casos un “pero” con el cual argumentar.
Un buen día las ranas decidieron realizar una carrera para subir a lo más alto de la torre de la plaza principal del pueblo. Muchas ranas participaron con toda su ilusión y entusiasmo en la organización del evento. Aquellas que así lo desearon se inscribieron para participar en la carrera. Las ranas negativas intentaban disuadir al resto de las ranas de sus propósitos con todos aquellos argumentos y razones de por qué aquello era un completo disparate, una pérdida de tiempo y no debían seguir adelante con nada de lo que estaban organizando.
Por fin llegó el tan esperado y anunciado día. Debajo de la gran torre de la plaza principal se reunieron todas las ranas del pueblo junto aquellas otras que serían las corredoras. De repente y en plena efervescencia del evento, se hizo un momento de silencio cuando todos callaron para escuchar la señal que daba inicio la competencia. Sonó el silbato y las ranas que se habían anotado para participar comenzaron a subir a la torre con toda su energía, echándole todas sus ganas.
Desde abajo las ranas positivas las animaban con gritos entusiastas y todas las frases motivadoras habidas y por haber, para que las participantes siguieran adelante en la carrera y llegaran a la meta. Estas ranas disfrutaban de la carrera, compartían la alegría y el desafío con las ranas participantes.
Por su parte, las ranas negativas también gritaban todo el tiempo para que las ranas que subían a la torre abandonaran la carrera. Se les escuchaba decir: déjalo, no vas a poder, es demasiado alto, luego no podrás bajar, te va a faltar el aire, te vas a lastimar, no sean bobas, para qué lo hacen, no es importante y así sucesivamente. Exclamaban sin parar todas aquellas frases que se les ocurrían para desanimar a las ranas que hacían su mejor esfuerzo para seguir adelante en la carrera y llegar a lo más alto de la torre.
Poco a poco las ranas fueron abandonando la carrera al escuchar todos esos gritos desalentadores de las ranas negativas, sumados al cansancio progresivo de su esfuerzo. Al final llegó una sola rana a lo más alto de la torre. Las otras ranas del pueblo que desde abajo habían estado toda la carrera animando a las participantes, gritaban y saltaban de alegría y emoción celebrando a la rana que había logrado llegar a la meta. Cuando la rana bajó de la torre, las otras ranas la cargaron en hombros y la pasearon por toda la plaza para celebrar su triunfo.
Cunado había un rato de festividad y amainado la algarabía, le preguntaron a la rana que había logrado llegar a la meta por qué no se había desanimado y abandonado la carrera como las otras ranas después de escuchar tantas frases negativas y desalentadoras. Para sorpresa de todos, la rana les contestó: Es que soy sorda.
La rana que había logrado llegar a la meta solo podía escuchar a su propia voz, su voz interior, esa era su única guía. Ella no podía escuchar a todas esas otras voces negativas y desmotivadoras que nos impiden avanzar en la vida y lograr aquello que deseamos.
Escucha a tu voz interior y recuerda a la rana sorda para dejar de escuchar aquellos comentarios que tratan de separarte de tu camino e impedir que logres aquello que deseas. En tu interior está la voz que te dice quién eres, lo mucho que vales por ser tú, cuánto amor y sabiduría habita dentro de ti y la confianza plena de que puedes lograrlo. Confía en ti y sabrás cómo.
Desafortunadamente esas voces negativas no sólo las encontramos afuera en los otros, si no que a veces estas aparecen dentro de nosotros en forma de pensamientos negativos recurrentes como un mal mantra, contaminando nuestra mente y condicionando de muy mala manera nuestra actitud. La mente junto a todos los pensamientos que habitan en ella, pueden ser nuestro mejor aliado o nuestro peor enemigo. Todo depende de hasta donde hemos llegado con nuestras falsas identificaciones, la energía puesta al servicio del ego y expresado en nuestros miedos e inseguridades.
La mente es una parte muy importante de lo que somos. Es una herramienta muy valiosa y útil para nuestra vida. Es el instrumento del cual nos servimos para vivir de la mejor manera posible nuestra vida. Somos nosotros quienes utilizamos a la mente según la necesitemos y para nuestro beneficio. Si queremos vivir una vida saludable y feliz, somos nosotros quienes nos servimos de ella y no a la inversa. Ella es sólo una parte de lo que somos y somos mucho, muchísimo más.
Es muy humano tener miedo frente a situaciones de riesgo o sentirnos inseguros frente a los retos que nos depara la vida. Se trata de hacerlo consciente para poder identificar cuando el miedo te detiene o te aparta de tu camino. Darse cuenta, ser conscientes de cuáles son aquellas creencias o sentimientos dentro de nosotros que nos bloquean y nos impide avanzar es la manera de superarlo, para seguir adelante con tus propósitos. Para alcanzar y realizar aquello que quieres, el deseo de lograrlo deberá ser superior al miedo a fracasar mientras lo intentas.
Concentra tu energía en aquello que deseas lograr, disfruta del proceso y de cada paso del camino con plena presencia en el ahora. Escucha a tu voz interior, es la voz de tu esencia, de tu espíritu, de tu intuición. Es la voz que llega desde tu Ser, fuente inagotable de sabiduría, amor y vida que habita en ti y te conecta con todos y todo cuanto existe en el universo.
Fabulosa la historia. Me encantó su moraleja. Besos, cariño.
gracias, Is querida…!!!
Me encanto la historia, porque nos ayuda a seguir en la carrera, a disfrutarla y a perseguir nuestros sueños. Me uno al club de las ranas sordas y a su porra.
asi es, Leo…disfrutar del camino.
Bonita historia, espero oir esa voz el domingo, je.je y que me ayude a terminar la carrera , esta vez en sentido literal.