Perdonar a los otros para liberarse uno mismo.

Recuerdo aquella historia en la que dos viejos amigos se reúnen después de varios años sin verse cuando uno de ellos se entera con profundo pesar que su amigo está muy enfermo, en fase terminal. Al conocer sobre la gravedad de su amigo, el otro decide ir a visitarlo cuanto antes para pasar un rato juntos y hacerle compañía. Es así como durante la visita los dos amigos recuerdan anécdotas del pasado, conversan sobre su vida de entonces y los eventos en lo que se forjó su amistad.

En este recuento de sus vidas, rememoraban cuando se conocieron hace ya muchos años en una cárcel, siendo ambos prisioneros de guerra. Después de una larga pausa reflexionando sobre el tiempo que compartieron en prisión, el amigo le pregunta al enfermo: ¿Y tú, ya los perdonaste? A lo que el otro responde con todo el peso de su dolor y enojo: No, nunca los voy a perdonar. Al escuchar la respuesta del enfermo, su amigo con profunda tristeza le contesta: Entonces todavía te tienen prisionero.

El perdón es el mejor regalo que podemos hacernos a nosotros mismo en esta vida. Es el camino para sanar y liberarnos de aquello que no hace sufrir y nos impide ser felices. Perdonamos porque nos merecemos y queremos ser libres, más allá de los otros y del pasado, deseamos sanar nuestras heridas para vivir a plenitud nuestro presente, sin lastres. Nos concedemos la libertad para dejar de estar atados a un pasado, situación o personas que nos producen sufrimiento e infelicidad. Perdonar es un acto de amor propio donde decidimos dejar ir aquella experiencia del pasado que afecta nuestro bienestar.

Cuando perdonamos esto no significa que aprobemos o estemos de acuerdo con lo sucedido, que validemos las acciones de los otros; si no que comprendemos y aceptamos lo ocurrido y elegimos quedarnos con lo más valioso de la experiencia que serán siempre sus lecciones. Dejamos de esforzarnos por tener un mejor pasado y decidimos aprender de lo vivido. Capitalizar la experiencia.

A través del acto de perdonar podemos salir de este atolladero emocional que nos ancla al pasado, para comenzar a vivir nuestra vida entregando toda nuestra atención y energía al presente, para dejar de estar prisioneros y limitados por lo ocurrido. Dejamos de entregarle a los otros y al pasado el poder de influir para mal nuestra vida, arruinar nuestro presente y contaminar nuestra alma.

Del mismo modo que no pondrías ni un gramo de veneno en tu comida, no permitas que el rencor y el resentimiento envenenen tu alma.

Perdonar sólo depende de ti, de que tú quieras hacerlo. Es algo que sólo tú puedes hacer por ti.  Se trata de ofrecer el perdón a todo aquello que haya causado dolor y sufrimiento, con la profunda convicción que tanto nosotros como los otros y las circunstancias, hemos sido instrumentos, el medio y canal, a través del cual son entregadas y recibidas aquellas lecciones importantes y necesarias para nuestro crecimiento personal.

Perdona y perdónate porque todos estamos evolucionando y evolucionar trae implícito equivocarse. Perdonar es algo que hacemos por nuestro bienestar, por nosotros y para nosotros.  Es primero que todo, un gran acto de amor por ti y si en el proceso resulta que le puede servir o beneficiar a alguien más, entonces será dos veces bueno.

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