Existen diversos estudios, libros, conferencias, pruebas de campo, artículos especializados que avalan y fundamentan las diferencias físicas, neurológicas y bioquímicas entre hombres y mujeres. Conocer nuestras diferencias nos ayuda a acercarnos y comprendernos, con el propósito de entendernos sin juzgar, aceptar la realidad y dejar de esperar del otro aquello que sencillamente no puede ser o entregar. Se trata de evitar interpretar lo que sucede como algo personal y comprender que sencillamente el otro es así. Dejar de pedir peras al olmo para construir y compartir todo aquello que si es posible en nuestras relaciones. Porque de la mano de nuestras expectativas casi siempre llega la desilusión, por lo que resulta muy recomendable tener expectativas un poco más realistas para ser un poco más felices.
Hace un tiempo llegó a mi uno de esos libros donde tan bien se explica y fundamentan las diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a su estructura cerebral y su manera de interpretar la realidad, lo cual condiciona su comportamiento. En este libro se plantea que hombres y mujeres tenemos diferencias neurofisiológicas y bioquímica, es decir, diferentes conexiones neuronales, actividad cerebral y composición hormonal. Estas diferencias son innegables y de muchas maneras determinan porque hombres y mujeres pensamos, sentimos y nos comportamos de manera diferente. Del mismo modo, considero imprescindible para cualquier análisis tomar en cuenta los tipos de personalidad y no únicamente la diferencia entre lo femenino o masculino, en aras de evitar darle un enfoque eminentemente sexista y simplista al tema.
Según lo explicado en este libro, lo masculino se maneja en la vida en función a objetivos y lo femenino se enfoca en el proceso. Un mismo hecho lo masculino lo entiende y aborda como un objetivo a cumplir y lo femenino como un proceso a vivir, tomando la experiencia momento por momento en el trayecto. Incorporando este criterio a los diferentes tipos de personalidad, mi manera de entenderlo y compartirlo sería que hay tipos de personalidad que viven la vida y cuanto acontece en ella como objetivos a cumplir y otras como procesos a transitar. Los primeros están enfocados hacia la meta y los segundos le dan más importancia al trayecto.
Esta manera de considerar la experiencia de vida como objetivo específico y concreto a cumplir, está ligada a la necesidad de sentir que avanzas en la vida, lograr metas y aquello que te propones. Las acciones están orientadas al resultado y encontrar soluciones, suele estar vinculado a la mentalidad de hacer. Las metas constituyen la principal fuente de motivación y encuentran gran satisfacción cuando logran poner la palomita de hecho o cumplido. El objetivo a cumplir es casi siempre más importante que el trayecto o proceso. Su mirada está puesta en el resultado.
Por su parte, los tipos de personalidad que viven y entienden la vida y sus situaciones como un proceso, la satisfacción y motivación suele estar vinculada a ser, vivir y sentir cada momento del camino, en lugar de lograr algo en específico, llegar a alguna meta o destino predeterminado. Vive la experiencia del trayecto, el proceso es tan importante como la meta a alcanzar.
Sucede también que las personalidades orientadas a metas y objetivos suelen tener su mente dividida en gavetas o cajones que se corresponden con cada rol o actividad que desempeñan en su vida. Su mente está compartimentada y sólo son capaces de abrir un cajón a la vez. Cada gaveta se corresponde con un rol o área de su vida, por ejemplo: trabajo, esposo, padre, amigo, hijo, sobrino, pareja, tiempo libre, tele, hobby, deporte etc.
Por su parte, los tipos de personalidad que viven enfocadas al proceso suelen estar muy integradas, es decir, son todo el tiempo y a la vez, todos aquellos roles que desempeñan en su vida, por lo que cada área de su vida se encuentra interconectada. Es por esto que determinado nivel de insatisfacción o infelicidad en un área de su vida influye y repercute de manera significativa en las demás.
Lo más importante será encontrar el equilibro en aras de nuestro bienestar y la armonía en nuestras relaciones, para acercarnos y comprendernos. De este modo, las personalidades en extremo compartimentadas deberán avanzar hacia la integración e interrelación de roles, afectos y áreas en su vida para incorporar y considerar a los otros, poder abrir más de una gaveta a la vez. Se trata de aprender a vincular los afectos, emociones y personas en las diferentes áreas de su vida. Del mismo modo que las personalidades completamente integradas, aprenderán a separar aquellas áreas de su vida que si funcionan y donde están bien, sin dejarse arrastrar y abatir por aquella única área en su vida donde experimenta un bajo nivel de satisfacción. Poder mirar lo que si funciona y está bien en nuestra vida y agradecerlo. Porque la gratitud es uno de los caminos más cortos hacia la felicidad.
De la diferencia entre los tipos de personalidades orientadas a objetivos y de estructura mental compartimentada y por el otro lado, aquellas centradas en el proceso e integradas, se desprenden una serie de actitudes y comportamientos muy diferenciados. Todo lo cual suele ocurrir de manera casi siempre inconsciente.
El tipo de personalidad orientada a objetivos satisface la necesidad de sentir que avanza en la vida marcando como cumplido aquello que logra, olvida con facilidad porque vive la situación, marca “checked” y da vuelta a la página. Por lo mismo, no suele disculparse ni sentirse culpable porque olvida para sentir que avanza, termina las discusiones antes, supera el tema y continúa hacia adelante. Necesita desprenderse para avanzar. Tiene la capacidad de separar las diferentes áreas de su vida y encontrar satisfacción en cada una de ellas por separado. Por lo mismo tienden a ser mono-focales y concretos, se concentra en una cosa a la vez. Suelen ser mucho más visuales, reciben y procesan la información del mundo a través de aquello que ven. En el tema felicidad suelen internalizarlo y son felices en la medida que logran aquellos objetivos que se proponen.
Este tipo de personalidad deberá aprender a dedicar tiempo y atención a aquellos a quienes ama, cuidar sus afectos y relaciones, estando presente y compartiendo lo que sienten.
Por su parte, las personalidades orientadas al proceso, como ya hemos mencionado, viven de manera completamente integrada todas las áreas y actividades de su vida. Son al mismo tiempo madres, esposas, profesionales, hijas, amigas, pareja, ama de casa, etc. Este tipo de personalidad por lo mismo de estar emocional y mentalmente centrada en el proceso suele se retentiva, no olvida con facilidad, se queda atada al problema y queda la huella profunda en su interior. Su tarea es aprender a soltar aquello que le hace sentir mal. Desprenderse del principio de sentirse necesitada y reconocida que moviliza su conducta y por lo cual suele hacerse cargo de casi todo y todos a su alrededor. Tiende a externalizar su idea de la felicidad, su bienestar depende de que las personas que están a su alrededor estén bien, por eso suele ocuparse de los otros y del bienestar de los otros de manera natural y espontánea. Esto con la contraparte de que entonces su infelicidad también depende de los otros o de lo que ocurra fuera. En gran medida depende del exterior y de los otros para sentirse bien.
Este tipo de personalidad orientada al proceso recibe la información del mundo de manera auditiva y a través de sus sensaciones…. siente y escucha. De ahí surge la intuición, la sabiduría interior, la visión de los ciegos que pueden percibir realidades por aumento de la sensibilidad. Por eso tiene tanta importancia para este tipo de personalidad la comunicación como pilar del proceso.
Se trata de poder ver y entender que si tu pareja tiene su mente dividida en gavetas, evita meterte en el cajón que no te corresponde, donde no te podrá entregar la atención que deseas, para de este modo dejar engancharte e interpretar su actitud como desamor, desatención o rechazo. El típico ejemplo de que llamas a tu esposo al trabajo y él va directo al asunto, siendo poco cariñoso o atento. En ese momento él está en la gaveta con la etiqueta “Trabajo”, por lo que todo lo demás que intente introducirse en este cajón, al cual no pertenecen, recibirá muy bajo nivel de atención. Una vez que entiendes esto es muy probable que dejes de interpretar este evento de manera personal y por lo mismo dejará de afectarte.
Antes de terminar voy a detenerme un instante para aclarar que no pretendo realizar un análisis categórico sobre las diferencias entre hombres y mujeres. A la vez, no es menos cierto que por su estructura neurofisiológica y modelo mental, resulta mucho más común identificar en lo masculino el tipo de personalidad orientada a objetivos y mentalidad compartimentada; y en lo femenino, la personalidad orientada a procesos e integrada en todos sus roles. Que la mayoría de los hombres se comporten de cierta manera y la mayoría de las mujeres de otra, no significa que todos los hombres sean iguales y suceda otro tanto de lo mismo entre las mujeres. Las generalizaciones siempre son injustas.
A su vez y para enriquecer el análisis, los tipos de personalidad son dinámicos por lo que oscilan en diferentes niveles de salud o bienestar psicológico y emocional a lo largo del día y en las distintas etapas de la vida. Cada tipo de personalidad podrá encontrarse en su estado más extremo donde todos sus rasgos se acentúan, o por el contrario acercarse al punto de encuentro con el otro tipo de personalidad, moviéndose hacia el equilibrio.
Se trata de entender que una relación siempre es un proceso y nunca es un objetivo cumplido. El camino es el destino, para mantenernos enamorados y viviendo desde el amor toda la vida.