Finales y comienzos.

Las relaciones casi siempre se terminan un tiempo antes de que alguno de los dos que conforman la pareja sea quien lo diga. A su vez, no siempre a quien le toca decirlo es la parte que ha decidido terminar la relación, si no quien se ha visto obligado a expresarlo dado que el otro de manera pasiva lo ha conducido por ese camino tortuoso en el que ya uno no puede más con la situación de infelicidad que está viviendo. Siempre estamos comunicando, aun sin decir una palabra. Hablamos a través de nuestras acciones o por la falta de estas.

A raíz de la separación, comienza un período de transformación interior para adecuarnos a la nueva realidad. Recuerda que los principios casi siempre llegan disfrazados de finales.

Lo que nadie nos dice después de una separación es que vas a vivir una etapa muy dura y difícil, donde para ser feliz hay que obligarse, tendrás que realizar un esfuerzo deliberado y consciente para intentar estar bien. Es como cuando tenemos que pasar un largo periodo de recuperación a consecuencia de una enfermedad y tenemos que obligarnos para hacer la terapia física y la tanda ejercicios que nos han recetado, para poder recuperar completamente la movilidad o sentirnos como antes. La enfermedad de la cual hay que recuperase en esta ocasión se llama desamor, es devastadora y asola al corazón.

Al principio es posible que tengamos nuestra percepción distorsionada y recordemos nuestro pasado, la relación y al otro como algo muy lindo, casi perfecto y maravilloso. No te engañes. El otro es real y por tanto de seguro hay más de una manera de comportarse o algunos rasgos de su personalidad que en realidad no te gustaban. Lo que extrañas es la sensación de ser amado, el estar en pareja, la rutina creada entre los dos y lo que duele es el vacío. Por tanto asocias el vacío con la persona que antes estaba ahí.

La buena noticia es que vas a salir de esta. Y créelo porque es así. Se trata ahora de poner tu energía y toda tu atención en tu proceso personal para recuperar la autoestima, tu integridad, capitalizar la experiencia aprendiendo del pasado y caminar hacia el futuro. Comenzar a ocuparte de ti, hacer consiente tus necesidades y encargarte de satisfacerlas. Iniciar el camino de la autodependencia.

En esta etapa de recuperación, comienza por hacer cosas que te gusten, actividades placenteras, comparte con tus amigos. Identifica las diferentes áreas que conforman tu vida y comienza a participar de ellas buscando satisfacer en cada una alguna de tus necesidades. Fortalece tu observador para darte cuenta cuando tus pensamientos te llevan de regreso al pasado, cancela los pensamientos negativos y evita mirar hacia atrás.

En esta etapa pueden ocurrir dos cosas. La primera es que intentes demostrarle al otro que te estas recuperando. No lo hagas, eso es mirar hacia atrás. Aunque sea para que el otro vea que estas bien, le estas dando importancia a lo que él o ella piensa de ti y eso ya no te debe interesar. Mira hacia adelante.

Lo segundo que pudiera suceder es que el otro quiera volver. Acá tienes que saber que no es que de repente y por arte de magia el otro se ha vuelto a enamorar de ti, lo que sucede es que también esta sintiendo el vacío y lo relaciona contigo. Busca su alimento afectivo donde lo encontraba antes. Las personas se quieren a partir de lo que conocen del otro, lo que comparten, el tiempo de convivencia, presencia, cariño, atenciones. El amor no crece desde la ausencia y la separación, lo que intenta evitar es el vacío y es muy probable que por eso el otro se ha acercado otra vez.

Es importante que retomes tu vida sin depender de alguien más para ser feliz. Una vez que hayas sanado, será el momento de considerar si el otro posee las cualidades, tipo de personalidad y manera de mirar la vida que para ti son importantes en la persona que deseas sea tu compañero de viaje para la vida.

Sanar es una elección que solo depende de ti, a partir de comprender y vivir nuestro duelo. Se ha cerrado una etapa de tu vida e inicia otra. De ti depende como quieres que sea y ponerte a trabajar para construirla.

Ligas y Olas.

Esta historia comienza hace miles de años. Cuenta la leyenda que los hombre venían de Martes y las mujeres de Venus. Un buen día, hombres y mujeres fueron enviados a la Tierra. Después de haber transcurrido todos esos miles de años y como era de esperar, ambos olvidaron su origen pero aún pueden reconocer que son diferentes. Con esta introducción de novela fantástica y mitología planetaria, presentó su libro al mundo hace algunos años un reconocido psicoterapeuta quien basó su teoría en todos los estudios de caso que tuvo la oportunidad de conocer en su consultorio, a través de su experiencia ejerciendo como terapeuta para parejas durante casi toda su carrera profesional.

Como todo aquello que decidimos creer pasa a ser cierto, quiero tomar esta referencia como punto de partida para reconocer las diferencias entre hombre y mujeres, las cuales han sido muy comentadas, avaladas y expuestas en trabajos de todo tipo e investigaciones científicas basadas en estudios neurológicos, estructura del cerebro, conexiones neuronales, composición hormonal y bioquímica que determina las razones por las cuales hombre y mujeres, piensan, sienten, actúan y tienen necesidades diferentes.

Las generalizaciones son injustas porque ponemos a todos en el mismo saco, por eso aunque estas diferencias de género están fundamentadas en estudios de campo, información científica y investigaciones académicas, me gusta dejar un margen a la posibilidad a que no sea siempre así para todos. Estas características expresan de manera general algunas diferencias, lo cual no significa que todos los hombres sean de una manera y todas las mujeres de otra. Algo similar a la estatura de las personas, en promedio la estatura del hombre es superior a la de la mujer, lo cual no significa que todos los hombres sean más altos que las mujeres, porque sabemos que existen mujeres más altas que muchos hombres.

Cada quien podrá reconocer y sentir desde su intuición que tanto de todo esto sobre las diferencias entre hombres y mujeres es cierto, según aquello que resuene dentro de si mismo con su verdad interior y considere válido según su experiencia personal.

Resulta que los hombre son como ligas, en determinadas situaciones y etapas de su vida se alejan de su pareja para experimentar la sensación de libertad que necesitan y para solucionar de manera individual aquel proceso personal que están viviendo en su interior, a veces de manera consiente y otras no. Los hombres buscan ser queridos y aceptados por sus habilidades y estos espacios en solitario les permiten reasegurar, confirmar y fortalecer sus habilidades y capacidades, aquello por lo que quieren ser reconocidos y valorados.

Por su parte, las mujeres son como olas, subimos y bajamos, oscilando en el amplio espectro de los estados emocionales posibles, desde los más luminosos, elevados y positivos hasta aquellos más profundos de dolor, soledad y tristeza. Las mujeres buscan ser queridas por sus sentimientos, por lo que poder expresar y compartir sus sentimientos, es un tema fundamental en su vida de pareja, necesitan ser escuchadas.

Y es así como se establece una dinámica en las relaciones en la cual los hombres manejan la distancia como ligas que se acercan y se alejan, mientras las mujeres suben y bajan en sus estados emocionales como las olas y la marea.

Como parte de esta diferencia, es muy común que cuando se presenta una situación especifica, los hombres lo interpretan como problema a solucionar y las mujeres como un espacio donde poder expresar lo que sienten, donde ser escuchadas como muestra de validación de sus sentimientos y su proceso emocional. Ellos que se identifican con sus habilidades y capacidades, entre estas la de solucionar los problemas, quieren que la conversación sea concreta y enfocada algo en especifico, orientada a solución. Ellas no esperan llegar a ningún otro lugar ni solución, únicamente necesitan ese espacio donde se sienten escuchadas y validados sus sentimientos y estados emocionales, el reconocimientos a lo que están sintiendo. Cada grupo busca ser reconocido de manera diferente.

En esas etapas que los hombre se apartan de la relación para solucionar sus temas o vivir experiencias necesarias para ellos, les molesta la compañía expresada en ayuda o asistencia por parte de su pareja. Quieren estar solos. Las mujeres por el contrario cuando se encuentran en la parte baja de la ola es cuando más necesitan de compañía. La compañía en esta etapa representa el apoyo y la presencia que la mujer desea sentir de su pareja. Ellas no necesitan soluciones porque no ven la situación como un problema si no como un espacio donde compartir y expresar lo que sienten.

Una vez reconocida e identificada esta diferencia en cuanto a cercanías, distancias y oscilaciones es importante que ambos dejen de tomar estas etapas de manera personal. En realidad lo que esta ocurriendo no necesariamente tiene que ver con el otro, si no con lo está viviendo y necesitando cada miembro de la pareja en su interior, en su proceso individual.

Es así que cuando la mujer está en la parte baja de la ola y necesita sentir la presencia, atención y apoyo de su pareja, este en su experiencia como liga interpreta que ella necesita su espacio y su tiempo para estar sola, vivir su proceso por separado y encontrar sus respuestas. Esta lectura basada en la óptica masculina de alejarse genera un sentimiento de soledad y debilita en la mujer la conexión con su pareja, lo cual conduce a que ella se hunda aún más en su estado.

Por su parte, cuando el hombre se aleja para vivir esta etapa en solitario, reasegurar sus habilidades y encontrar soluciones, la mujer en su experiencia de ola intenta acompañarlo, estar más presente, busca que este se comunique, cuente lo que le ocurre para asistirlo en su proceso, lo cual es justamente lo opuesto a lo que el otro necesita, pues se siente invadido en su espacio, coartado en su libertad y puesta en duda su capacidad y habilidades para solucionar cualquiera que sea su tema.

En estas situaciones, la mujer deberá entregar el espacio y el tiempo que el hombre necesita en esa etapa. Lo que normalmente sucede es que una vez que la liga se estiró hasta donde lo necesitaba, regresará a su estado anterior como si nada hubiese sucedido, siendo el mismo de siempre y comportándose de igual manera.

El hombre por su lado deberá darse cuenta cuando su pareja está en la parte baja de la ola para procurarle el apoyo y la compañía que ella necesita, sin darle soluciones ni animarla, pues esto de alguna manera invalida su proceso y demerita su estado emocional, ella sólo necesita ser escuchada para sentirse acompañada. De este modo que el hombre comprenda cuando su pareja está viviendo un proceso interior de esclarecimiento y reacomodo emocional para evitar tomarlo de manera personal y dejar de sentirse criticado o señalado.

Se trata de reconocer las diferencias para tenerlas en cuenta en aras de comprendernos mejor en nuestra relación de pareja. Construir el vínculo poniendo nuestra atención en lo que ocurre dentro y fuera de nosotros, en el otro, para poder vernos y escucharnos, entender cómo somos. Para de este modo crear ese espacio de conexión y encuentro donde la relación que deseamos vivir sea posible.