Cuando me preguntan qué es para mí la espiritualidad, la respuesta se me presenta en una palabra: conexión.
La espiritualidad es ese vínculo interior que descubrimos y vivimos con uno mismo, con los otros, en nuestro entorno y con aquello en lo que crees; llámese la fuente, Dios, inteligencia divina, poder supremo entre muchas otras y variadas denominaciones.
Representa la conexión interior, profunda e infinita que trasciende al mundo de las formas y la apariencia, que nos conecta a la esencia de lo que somos y todo lo que existe. Una vez constatada nuestra experiencia en el mundo material, nuestra sabiduría interior logra traspasar esta dimensión física, reconociendo una esencia común que nos permite vivir la experiencia del mundo espiritual, unidos en la esencia de todo lo que existe. Es por ello que nada se termina y todo se transforma. Del mismo modo que todo cambia en el mundo material y la dimensión física de la existencia; en la dimensión espiritual de la vida todo es eterno y para siempre, porque la esencia es permanente e infinita.
Somos seres espirituales viviendo una experiencia humana. Se trata de creer para poderlo ver. Se mira con los ojos pero se ve con el alma. Esto es la espiritualidad. Reconocer y vivir nuestra esencia divina. Encuentra tu luz interior que te conecta a la fuente infinita de amor, paz, sabiduría y energía, para que puedas verte, a ti y a los otros, para recorrer desde la luminosidad este camino de aprendizaje llamado vida.
Una vez que descubres este vínculo interior con tu Ser y esencia, cambia la manera en que percibes todo lo que te rodea y cuanto acontece, estrenas lentes nuevos para mirar la vida, te reconoces en otra forma de pensar y sentir. Como resultado de esta evolución hacia otro nivel de conciencia, se modifica para bien nuestro comportamiento. Y bajo la nueva luz de la existencia, creas tu experiencia de vida desde el vínculo con tu esencia que representa la extensión de la fuente espiritual, desde donde tu verdadera naturaleza nace, se nutre y vive.