La persona más feliz no es la que más tiene si no la que disfruta y agradece todo lo que tiene. En las sociedades occidentales es muy común que las personas sean valoradas y reconocidas por lo que tienen, por su nivel de bienestar económico y material. Nos venden la idea de que eres lo que haces y vales por lo que tienes. Y así, incorporamos la creencia errónea de que tu valía personal está determinada por lo tus bienes materiales, por lo cual mientras más tienes y acumulas, más valioso o valiosa serás.
Es por ello que al vivir tan ocupados por tener, acumular y presumir lo que tenemos, nos olvidamos de ser. Dedicamos nuestro tiempo, energía y esfuerzo en hacer para tener, en el entendido de que una vez que poseemos aquello que deseamos, el disfrute de todo lo obtenido vendrá por añadidura.
El asunto es que no lo vemos porque estamos tan ocupados en conseguir lo que nos falta, que no vemos ni disfrutamos todo lo que tenemos. Caemos en una trampa emocional de ansiedad y avidez que nos arrastra, donde casi todo el tiempo estamos persiguiendo una felicidad que se nos evapora una vez que poseemos lo que tanto habíamos deseado. Otras veces, nos deshacemos en lamentos y quejas por aquello que nos falta, nuestra energía se agota sin que podamos llegar a apreciar ni disfrutar todo lo sí que tenemos.
De este modo, pasamos a vivir en un estado de ansiedad e insatisfacción permanente porque hemos confundido ser con tener. Nos hemos identificados con lo que no somos. Para hacerlo peor nos comparamos con los demás, comenzamos a ver lo que han conseguido los otros, para seguir sumando insatisfacción a nuestras vidas. Y repetimos aquella frase que nos recuerda que el césped del vecino siempre se ve más verde.
Y así vamos por la vida hasta que el alma aguante, hasta que llegue ese día en que te sientes tan mal que ya no puedes más. Te das cuenta de que evidentemente has pasado años buscando la felicidad donde no está. Llegó el momento de detenerse para cuestionar nuestras creencias, hacerlas consientes y poder crear la vida que tú quieres. Ahora tienes la oportunidad de comenzar de nuevo, esta vez contigo, buscando tu bienestar dentro de ti. Por variar o por probar o hasta por sentido práctico puedes plantearte que si llevas años buscando tu felicidad afuera sin éxito, podrías intentar esta vez buscarla dentro de ti. Es el momento de comenzar a entender qué nos pasa y cuál es la causa del malestar y las insatisfacciones que llevamos cargando por tanto tiempo.
Contrario a lo que algunos pensarían, las crisis emocionales no nos enferman, en realidad nos salvan. Nos hacen detenernos y replantearnos el camino. Son la puerta de salida de emergencia hacia un nuevo nivel de conciencia que te permite una experiencia de vida plena. Tocar fondo es el primer paso para encontrar una solución a nuestras insatisfacciones, para recuperar nuestro bienestar que es el equivalente a nuestra salud en el sentido más amplio de la palabra.
Asistimos al inicio de un camino de búsqueda personal, avanzando hacia el encuentro con uno mismo, para descubrir quién eres y conectar con todos tus recursos interiores. A partir de aquí comenzarás a conocer casi todo sobre ti mismo, cómo eres y cómo no eres, qué quieres, qué te hace sentir bien, qué necesitas, en qué crees, cuál es tu camino.
No te angusties ni te desanimes si las respuestas no llegan con claridad en el momento que más lo deseas. Darse cuenta y tomar conciencia es un proceso y como todo proceso lleva tiempo y no es lineal. Regálate tiempo para conectar contigo, con tu Ser y con todo aquello que te hace sentir bien. Muchas veces las respuestas aparecen en el silencio. La claridad nos llega en retrospectiva y cuando miras hacia atrás todo tiene sentido. Cuentas con hoy y ahora e infinitas posibilidades dentro de ti para crear la vida que deseas.
Y recuerda siempre que vales por la persona que eres.