¿Para qué nos sirve la tristeza?

¿Te ha pasado que a pesar de hacer tu mejor esfuerzo y poner todo tu empeño en ser positivo, en intentar ver el lado amable de la situación, en aprender las lecciones y el propósito de cada experiencia, aún te sientes triste?

A veces y sin darnos cuenta, somos presas de esa ola moderna de positivismo a ultranza que nos lleva sentirnos peor cuando comprobamos que todos nuestros esfuerzos por pasarnos al lado soleado, sonriente y amable de la vida han sido en vano. La buena noticia es que no es así, nada ha sido en vano y aunque de momento no lo veas estás creciendo adentro, desde la raíz que es tu esencia y tu alma, desarrollando capacidades y cualidades importantes y necesarias para ti, para tu bienestar y tu felicidad.

Una de estas cualidades es la resiliencia, la capacidad que tenemos los seres humanos para transitar situaciones dolorosas de la vida y transformarnos para bien, salir fortalecidos y mejor preparados para continuar el camino de la vida. Lo cual nos permite evolucionar hacia un nuevo nivel de conciencia que te llevará a ser y vivir cómo quieres. Aunque no lo puedas ver, esto no significa que no esté sucediendo en tu interior.

La metáfora que se me ocurre para ilustrar este proceso es aquella que describe el arte de cultivar y cosechar. A veces pasa mucho tiempo para que la semilla germine, pero de igual manera continúa atendiéndola, regándola, haciendo tu parte. Un buen día y a su debido tiempo, verás brotar su primer retoño y luego te sorprenderá el tallo que crece con sus primeras hojas, y así, cada día serás testigo de la magia y el asombro por la planta que ha nacido gracias a tu cuidado, presencia y atención. Todo proceso por definición requiere tiempo antes de que podamos comenzar a cosechar y disfrutar de los frutos que nos son entregados.

Las situaciones nos son buenas o malas por sí mismas, los hechos en realidad casi siempre son neutros, es nuestra interpretación lo que les confiere esas clasificaciones y los categoriza. Lo que sucede en la vida nos proporciona información, la cual no tiene por qué ser buena o mala, simplemente es valiosa y útil porque nos permitirá tomar mejores decisiones, aquellas que nos acercan a lo que deseamos lograr. Los hechos, los datos, la información son herramientas y su utilidad dependerá del uso que le demos. En este mundo todo existe junto a su contrario, lo positivo y lo negativo, la alegría y la tristeza, el yin y el yang, la luz y la sombra. Los opuestos se complementan para conformar el todo. Ambos son valiosos y necesarios.

Si una emoción como la tristeza, eminentemente adaptativa, aparece día tras día, será mejor hacerle caso. La función principal del sentimiento de tristeza es la de ayudarnos a transitar los duelos, procesar la pérdida, comprender lo que ha sucedido, adaptarnos a la nueva realidad que estamos viviendo. Se trata de darte tiempo para poder reacomodar tus emociones, aprendiendo lo que necesitamos de las experiencias dolorosas que a veces se nos presentan en la vida. Regálate el espacio y el tiempo que necesites para poder comprender todo lo que estás viviendo y sintiendo adentro, no sólo a nivel cognitivo, sino emocional, que tiene un ritmo completamente diferente.

Las emociones son mensajeros que siempre vienen a enseñarnos algo. Sería interesante dar a tu tristeza un espacio para comprender aquello que te viene a decir, para que tomes conciencia y aprendas las lecciones que te han sido entregadas. De lo contrario es probable que cada intento por escapar traiga como resultado que continúes hundiéndote aún más en el pozo. La felicidad es un tema interior, un tema del alma, se crea y se expresa de adentro hacia afuera. Cuando la usamos como máscara actuando el mandato exterior de ser felices a como dé lugar, haces con la felicidad lo mismo que hace la gente cuando intenta hacerse el gracioso, el culto o la guapa. Una parodia de sí mismo. Si quieres ser feliz, comienza por darle un espacio a tu tristeza.