Cada vida es un libro.

Algunas semanas atrás, tuve la oportunidad de pasar un rato de la mañana en sentada en un parque del centro de la ciudad mientras esperaba que una amiga terminara unas gestiones. Me entretuve mirando a las personas que pasaban a mi lado o caminaban a la distancia. Detenerme a observar la vida en general y a las personas que me rodean en diferentes espacios es algo que suelo realizar con frecuencia. De manera natural y espontánea se activa el observador que llevo dentro cuando estoy esperando en lugares públicos. Constato una vez más que existen tantas historias como personas en este mundo, cada quien con su manera muy particular de interpretar la realidad, sentir y actuar. Un universo de personas con necesidades diferentes intentando estar en esta vida lo mejor posible.

Allí estaba yo, mirando a los otros pasar, cruzar la calle, caminar en diferentes direcciones y seguir de largo… con sus vidas. En ese ir y venir interminable de la existencia. Observaba sus rostros y sus gestos e intentaba descifrar algo de su historia personal, sus amores y desamores, sus alegrías y tristezas, aquello que tiene valor para su vida, lo que les importa y cuánto les importa. Porque cada quien sabe lo que carga en su morral.

Siempre he creído que cada persona es un libro y cada vida una novela inédita de su historia personal, un cúmulo de vivencias, experiencias, relaciones, conflictos interiores, lecciones aprendidas y por aprender. Cada uno escribe día a día el libro de su vida, su novela personal. Diferentes miradas y actitudes frente a los mismos temas tan humanos, existenciales y universales. La diversidad en el mundo de las formas y la unicidad en la dimensión espiritual, compartiendo todos una misma esencia de amor, luz y vida. Para al final confirmar una vez más que lo que nos une será siempre más y mejor que aquello que nos separa.

El Poder de elegir.

En la vida casi siempre existen personas con las que tenemos una relación complicada y que por alguna o más de una razón, esta no fluye de manera natural. La dinámica de la relación suele ser de muchos roces, tropiezos, malentendidos e interpretaciones, todo lo cual genera malestar y problemas de comunicación. Este tipo de relaciones suele presentarse en cualquiera de los ámbitos donde transcurre nuestra vida: laboral, familiar o nuestro entorno inmediato.

El enojo, la frustración, el malestar, la tristeza, junto a todo el torbellino de pensamientos y emociones negativas que sentimos, no serán nunca un buen lugar desde donde tomar decisiones sobre nuestras relaciones y tenemos altas probabilidades de engancharnos en una batalla de Egos. Los pensamientos negativos provocan en nosotros un torrente de emociones desfavorables que nos hacen sentir muy mal. Cuando estos pensamientos negativos y emociones asociadas nos rebasan, casi siempre reaccionamos desde la trampa del Ego que nos separa, divide y juzga, donde asumimos e interpretamos.

Todos somos capaces de lograr lo que deseamos en nuestras relaciones, al menos en la parte que nos toca, cómo me quiero sentir y cómo quiero estar. Se trata de poner nuestra atención en encontrar soluciones en lugar de entregar nuestra energía al problema. Donde pones tu atención, crece. Tengo la certeza de que cada uno de nosotros ha llegado a este mundo con los recursos necesarios para encontrar soluciones. Contamos con toda la capacidad y los recursos interiores para ser y estar lo mejor posible en esta vida. Dentro de nosotros se encuentran las respuestas que buscamos, sólo tenemos que regalarnos el tiempo, el espacio y el silencio para escucharlas.

Uno no tiene el poder de controlar lo que ocurre en el mundo exterior, cómo son los otros, cómo van  actuar o comportarse en la relación, pero tenemos todo el poder de elegir cómo queremos responder ante cada situación: si vamos a reaccionar en automático desde la trampa del Ego y el torrente de pensamientos y emociones negativas; o por el contrario, vas a elegir las acciones desde tu Ser, esa dimensión interior y profunda en cada uno de nosotros, tu esencia, tu sabiduría y tu paz interior. Se trata de ejercer el poder de elegir.

Podemos comenzar situándonos en la posición de observador, de mí, del otro y de la relación, para analizar de la manera más objetiva posible la situación, lo sucedido, el hecho. Salirnos del torrente de pensamientos, interpretaciones, condicionamientos mentales, lo que hemos asumido y demás trampas de la mente (Ego) con toda su repercusión emocional. Una de las maneras más efectiva para salirnos del torbellino de pensamientos negativos que nos producen sufrimiento, malestar, frustración y enojo, al tiempo que nos permite conectar con nuestro Ser, será concentrarnos en nuestra respiración. Intenta poner toda tu atención por unos minutos únicamente en tu respiración, inhala y exhala despacio de manera muy consciente, esto te sitúa en el momento presente y te ayuda a salir del torbellino de tu mente. Regálate tiempo y distancia para conectar con tu guía interior, tu intuición y desde allí decidir cómo quieres actuar.

Se trata de encontrar tu manera para desprenderte de aquel o aquellos pensamientos que te hacen sentir mal y que decidiste creerte, al mismo tiempo que te conectas con ese espacio dentro de ti de sabiduría y paz, desde donde tomar las mejores decisiones. Lograr identificar cuál es el pensamiento que te provoca esas emociones para cuestionártelo. ¿Es este pensamiento cierto? ¿Puedo estar absolutamente convencido de que esto que pienso es cierto? Qué pasa una vez que decido creerme este pensamiento, ¿cómo reacciono? ¿Cómo sería yo sin este pensamiento?

Intenta observar la situación, lo ocurrido, el hecho sin interpretaciones ni pensamientos asociados. Saber qué es lo que quieres lograr, cómo te quieres sentir, cómo quieres estar. Sin hacer nada más, sólo observar desde tu Ser. Una vez que sepas aquello que deseas lograr, explorar cuál o cuáles serían las opciones para llegar allí, considera al menos más de tres posibilidades. ¿Cuáles son las acciones que mejor te garantizan alcanzar lo que tú quieres en la relación y de la situación? Comenzar con el final en mente y explorar las opciones para lograr lo que deseas.

Se trata de evitar reaccionar en automático para de este modo evitar repetir los viejos patrones y conductas que te llevarán irremediablemente a obtener los mismos resultados. Dejar de engancharnos y encontrar otros caminos y soluciones para lograr resultados diferentes. Cada quien encontrará su manera porque lo que funciona para unos puede que no funcione para otros, porque todos somos diferentes.

Resulta imprescindible encontrar tu manera de ganar tiempo y poner distancia para practicar la pausa que te permite decidir cómo quieres responder y que vas a hacer para lograr aquello que deseas. Se trata de viajar hacia tu interior para conectar contigo, para saber qué quieres y que tus acciones te lleven a conseguirlo. Confía siempre en ti, en tu sabiduría y utiliza tu guía interior. Dentro de ti está desde siempre todo lo que necesitas. Búscalo allí.

Regla No. 6

Hoy les comparto esta historia que escuché hace un tiempo atrás, por demás en inglés y que hoy trato de reproducir acá, haciendo mi mejor esfuerzo por rescatarla de los laberintos de la memoria, de la manera más fiel posible.

Una vez se reunieron los Jefes de Estado de dos países muy importante. Mientras sesionaba la cumbre entre ambos mandatarios, entraban a la sala diferentes ministros, asesores, asistentes y personal del Staff que formaban parte del equipo de trabajo que tenía a su cargo la organización del evento.

El mandatario anfitrión cuando veía que alguien de su equipo traía cara seria, se mostraba tenso, preocupado o nervioso, le decía en tono suave y con amabilidad: Recuerda la regla No. 6. Así entro la secretaria con gesto serio y el Jefe de Estado le dijo con una sonrisa: Isabel, recuerda la Regla número 6. Inmediatamente Isabel cambio su expresión, sonrió y le dijo: Tiene usted mucha razón, cómo he podido olvidar la Regla No. 6? ¡Gracias por recordármela! Luego entró uno de sus asesores con rostro preocupado y el Presidente le comentó: Ricardo, recuerda la Regla No.6. El asesor enseguida cambio su rostro y le respondió: ¡Si, es cierto! Había olvidado la Regla número 6. Gracias por recordármela. Luego entró uno de sus ministros con el ceño fruncido y gesto rígido a lo que el presidente enseguida le dijo: Sofía, me parece que has olvidado la Regla No. 6.  A lo que Sofía modificando en ese instante su expresión le respondió: Es cierto, ¡cómo pude olvidarme! ¡Gracias por recordarme la Regla No. 6!

Y así sucesivamente, se repetía la misma escena con cierta frecuencia y cada vez menos en la medida que todos recordaban la Regla No. 6. En cada ocasión que aparecía alguien del equipo del Presidente del país anfitrión con expresión preocupada o gesto grave, el Presidente le recordaba la Regla No. 6.

El Presidente del país invitado no salía de su asombro y tal fue su sorpresa y curiosidad que no se pudo aguantarse y le comentó al otro Jefe de Estado: Sé que tenemos muchos temas importantes que tratar y solucionar en este encuentro pero por favor, dime cuál es la Regla número 6. El Jefe de Estado anfitrión le preguntó por qué quería saber sobre la Regla No. 6, a lo que el mandatario extranjero le dijo: Es que me sorprende muchísimo y resulta tan evidente como cambia la expresión y la actitud de las personas para bien, cada vez que recuerdan la Regla número 6. Por favor, necesito saber cuál es la Regla No.6 para compartirla con todo mi país!

El mandatario anfitrión sonrió y le dijo: Es muy sencillo, la Regla número 6 dice, no te tomes la vida tan en serio.

El otro Jefe de Estado se quedó sorprendido de la simpleza y efectividad de la Regla No. 6 y no pudo resistir la tentación de preguntar: Entonces, cuáles son las otras reglas? digamos la Regla No. 1, 2, 3, 4, 5, 7, 8….? El Jefe de Estado anfitrión nuevamente sonrió y le dijo…no hay más reglas, esa es la única regla, la Regla No. 6. Le pusimos ese número simplemente porque nos gustó.

Y esta es la historia. Ya sabes, ante cualquier situación o cualquier eventualidad que ocurra, si te sirve y si te ayuda…recuerda la Regla número 6.

La vida es liviana y ligera, se trata de aprender a fluir con ella y confiar en su proceso natural.  Todo está bien como es. Estrenemos una nueva y mejor mirada cada día para ser capaces de reconocerlo, apreciarlo y agradecerlo.

En el alma todo es simple y por lo mismo, tan poderoso.

Gracias, gracias, gracias!

Hoy estamos de aniversario en De Paz y Armonía …. Les entrego mi gratitud infinita a todos y cada uno de ustedes por acompañarme en este espacio. Gracias por su presencia, su apoyo, sus “likes”, sus comentarios y su maravillosa compañía. Lo mejor de todo esto ha sido compartirlo con cada uno de ustedes. Gracias, desde mi corazón …. Besos y bendiciones.

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Felicidad y pensamiento mágico.

Existe en nosotros el pensamiento realista, es decir, la capacidad de analizar de manera objetiva la realidad, con sus variables y cuánto acontece en ella, considerar los hechos tal y como son, sin interpretaciones, juicios, ni preferencias.  Y de igual manera también contamos con nuestro pensamiento mágico.

El pensamiento mágico representa nuestro mundo ideal o nuestra idealización de la realidad, situaciones, circunstancias, las relaciones y personas que conforman nuestro entorno afectivo. La estructura de pensamiento mágico para las relaciones afectivas condiciona las definiciones que tenemos sobre cómo deberían ser las personas, en especial aquellas con las cuales mantenemos relaciones afectivas.

Cuando en nuestras relaciones ponemos a competir a la persona ideal que existe en nuestro pensamiento mágico con la persona real, esta última casi siempre sale bastante desfavorecida. Así sucede cuando, por ejemplo, sin darnos cuenta, ponemos a competir a nuestro hijo ideal con el real, donde el segunda casi de seguro saldrá perdiendo. Además de llevarse consigo la tremenda carga de no sentirse visto ni aceptado. En las relaciones humanas y en especial con nuestros hijos, el reconocimiento y la aceptación del otro resulta crucial para la constitución y mantenimiento de un vínculo afectivo sano y determina la calidad de nuestra relación con ellos. Es parte de nuestra responsabilidad como padres mantener, cuidar y cultivar el vínculo con nuestros hijos, en especial cuando ellos aún no son adultos.  Es muy necesario expresar nuestro amor a través de una mirada apreciativa hacia ellos, valorándolos por la persona que son, mirando al alma, mirando adentro.

Por ello resulta tan importante que veas a tus hijos, tus padres, tu pareja y a todos los que quieres como ellos son, con profunda aceptación y gratitud porque ellos están en nuestra vida para entregarnos las lecciones que necesitamos aprender y crecer, para evolucionar como personas, mirando, escuchando y queriendo desde el alma. Siempre digo que cada relación en mi vida es una escuela y cada persona que participa de esa relación conmigo, un maestro.

La distancia entre nuestro pensamiento mágico y la realidad es lo que a menudo nos provoca sufrimiento, insatisfacción o desilusiones. Nuestro pensamiento mágico se expresa a través nuestras expectativas sobre los otros, las situaciones y circunstancias de la vida, por demás muy poco realistas. Esta insatisfacción muchas veces se traduce en forma de desilusión, en el “si, pero”, “casi”… en concentrar nuestra atención en aquello que nos falta y lo que nos gustaría que fuera.  Ese mal hábito de buscar el grano oscuro en el arroz produce mucha infelicidad, desear lo que no es o lo que no se tiene.

En nuestras relaciones cuando comparamos a nuestra pareja idea con la real, esta última casi siempre pierde porque es muy poco probable que el otro, el real, tenga la capacidad sobrenatural de adivinar por arte de magia lo que pienso y quiero para poder cumplir con las expectativas de mi pensamiento mágico. Porque además y con frecuencia, ni siquiera nosotros mismos sabemos a ciencia cierta lo que queremos. Que tremendo reto le pasamos al otro para adivinar y atinarle a lo que incluso ni nosotros mismos sabemos.

Cuando pretendemos que al otro le nazca hacer y entregar lo que esperamos de él, esto casi siempre nos traerá frustración garantizada, porque estamos poniendo al otro a adivinar y atinarle a nuestro pensamiento mágico. Cuando quieras algo, dilo, enséñales a los otros cómo tú quieres que te quieran.  El que no habla Dios no lo oye, cuando quieras algo, pídelo.

Ya lo sé, cuántas veces he escuchado decir: pero no es igual si se lo pido porque se supone que debería nacer del otro sin que yo se lo diga. El acto de amor está en que el otro me escuche y tome en cuenta lo que le pido, y no está en que adivine mi pensamiento mágico. Porque no tenemos una bola de cristal para mirar cada mañana y saber cuál es el pensamiento mágico de mi pareja, de mis hijos o las personas que viven conmigo para poder realizarle sus deseos y demostrarles así cuanto los amo.

Como muchas veces digo, la bola de cristal se me rompió, prefiero que me digas lo que quieres, lo que esperas, lo que te gustaría que hiciera y no me pongas a adivinar e interpretar tu pensamiento mágico. Hagamos de la relación un acto de amor y confianza donde podamos hablar con la certeza de que el acto de amor radica en que el otro escuche lo que le estoy diciendo, pidiendo o comentando. El gesto de amor es que el otro me tome en cuenta, valore y actué según aquello que le he compartido que es importante para mí.

Ese mal hábito de comparar mi mundo mágico con mi mundo real, casi siempre se expresa en forma de queja, disgusto y reclamo. Cuando en realidad lo que tenemos es casi siempre mucho más que lo que nos falta, lo que pasa es que no lo vemos. El pensamiento mágico nos lleva irremediablemente a fijarnos en lo que nos falta, nos impide valorar y disfrutar lo que tenemos.

Aprovechemos la oportunidad para enseñarle a nuestros hijos tolerancia la frustración, porque en la vida uno no siempre tiene lo que quiere y, aun así, sigue siendo buena. Esto no impide que seas feliz porque la vida es cómo uno quiere mirarla y vivirla, tú decides cómo quieres estar y cómo lo quieres pasar: bien o mal, feliz o insatisfecho. Tú decides.

La persona más feliz no es la que más tiene si no aquella que disfruta todo lo que tiene. Porque cuando no eres feliz con todo lo que tienes, no lo serás con lo que te falta. La felicidad es un acto de decisión personal, uno decide ser feliz cada día. La felicidad es una actitud ante la vida. Uno decide cómo actuar, interpretar y responder aquello que acontece cada día. Tú decides si quieres amargarte, quejarte y pensar que todo está mal o por el contrario, si quieres verlo como una valiosa oportunidad para observar y observarte, darte tiempo para decidir cómo quieres actuar, valorar cuáles son tus opciones, qué quieres hacer para ser y estar lo mejor posible dadas las circunstancia, para aprender y crecer con cada situación que se nos presenta.

La vida se trata de elegir. Igual que decides la ropa que te pones en la mañana, lo que te preparas para desayunar y el camino que tomarás para llevar a tus hijos a la escuela o llegar al trabajo. Uno tiene la posibilidad de decidir cómo quiere vivir su día. Tú eliges.

La felicidad es un tema del alma que poco tiene que ver con lo que pasa afuera o las cosas que tenemos. Se trata de reconocer, disfrutar y agradecer cuánto tenemos y vivimos. Se puede ser permanentemente feliz lo cual no significa que estemos siempre contentos. Se trata de mirarnos al alma, de mirar adentro. Hagamos de nuestra vida un acto de amor y de nuestras relaciones el mejor espacio donde compartirlo.

Compartir sin tener que coincidir.

El propósito de este espacio y cuanto aquí escribo es compartir aquello que ha sido bueno para mí y me ha servido en la vida; aquello que he aprendido y me ha resultado significativo, de gran valor y utilidad en el camino de la vida recorrido hasta aquí.
Intento que nos comuniquemos con la mente y el corazón muy abiertos, con el deseo de comprender y escuchar dentro de cada uno que tanto de todo lo que acá comparto resuena en contigo y aquello en lo que crees, encuentra eco y cobra sentido. Eso que resuena dentro de ti, encuentra eco en tu interior, es la verdad personal e interior de cada uno de ustedes. Aquello que te toca y con lo que concuerdas, eso que entra en sintonía con lo que crees y sientes, será lo que permanezca dentro ti.
Más importante que todo lo que aquí les comparto, será siempre aquello que tú crees, tu verdad, tus respuestas, tu manera de mirar y vivir la vida. Esto es lo que hace la diferencia en tu vida, determina tus acciones y tu bienestar.
No es necesario coincidir o que estemos de acuerdo. Escribo para compartir aquello en lo que creo y que podría servirte para ti, para tu vida y contribuir a tu bienestar. No se trata de quien está equivocado o quien está en lo cierto, va mucho más allá de las trampas del Ego y su deseo de hacerse con la razón. No es mi intención convencer a nadie. Creo que la verdad no se pone de un lado o de otro, ni toma partido, no está a favor de unos o en contra de otros.
Se trata de que estemos de acuerdo en no estar de acuerdo, respetar y honrar la diferencia de opiniones, experiencias, ideas y criterios. Encontrar lo valioso en la diversidad. Mas allá de los creencias, ideas y razones buenas o malas, equivocadas o ciertas hay un espacio, un lugar donde ser y estar, donde encontrarnos y compartir.
Lo que aquí escribo no es la verdad, es sólo lo que creo, aquello que he aprendido en mi camino por la vida. Cada uno tiene su verdad y su camino. Espero y deseo que a través de lo que aquí les comparto puedan ustedes llegar allí y encontrar su verdad para ser, estar y vivir mejor.
Casi siempre después de escuchar a una persona y a medida que transcurre el tiempo, lo más seguro es que no recuerdes las palabras que te dijo. Lo que queda en ti, en tu memoria, lo que permanece será el recuerdo de cómo te sentiste en su presencia.
Para mí será suficiente con que exista una sola persona que al pasar por aquí pueda beneficiarse de lo que escribo y lo que aquí entrego, que le sirva para su bienestar y su vida. Si esto ocurriera, estas letras y este espacio habrán alcanzado su razón de ser.
Si tuviera una varita mágica con la cual pedir un deseo para todos, pediría que tengamos un corazón que se contente siempre con aquello que le ofrece la vida. Porque la persona más feliz no es la que más tiene si no aquella que sabe disfrutar lo que tiene. Que privilegio seria estrenar una mirada nueva para ver todo lo que sí está bien y funciona en nuestra vida. Para comenzar cada nuevo día agradeciendo. Porque la gratitud es el camino más corto hacia la felicidad. Y de eso se trata la vida.

Creamos nuestra realidad a través de nuestras decisiones.

Nuestra vida se diseña y construye en base a las decisiones que tomamos. A lo largo del camino hemos tomado decisiones que nos han llevado hasta donde estamos hoy y ahora. Sin importar si consideras que esas decisiones son guiadas de manera divina o son resultado de una elección personal, tu vida ha sido el resultado de todo aquello que has decidido a lo largo del camino recorrido hasta hoy.  Siempre decidimos, de manera activa o pasiva, pues aun cuando no decidimos esto es en sí ya una decisión.

Todos llegamos a este mundo con los recursos internos necesarios para vivir en él de la mejor manera posible. Somos capaces de tomar nuestras propias decisiones y de encontrar nuestras respuestas y soluciones a cada situación que se nos presenta en la vida. Poseemos la capacidad, los recursos internos y apoyo externo necesarios para participar y actuar en nuestras relaciones y las situaciones que se originen en el momento que estamos viviendo.

Actuar no necesariamente significa hacer, hay más de una manera de actuar en la vida y esta incluye la posibilidad de solo ser sin tener que hacer: observar, hacer una pausa, reflexionar, tomar distancia, entender, aprender y dejar ir son algunas acciones muy válidas ante determinadas situaciones.

Nadie tiene más ni mejor experiencia que tú sobre tu vida, nadie tiene toda la información que posees tú de primera mano, sobre la relación, el otro, los otros, la situación, los antecedentes y todo aquello que te ayudará en el proceso de tomar decisiones. Procura que tus decisiones sean tomadas con el mayor conocimiento e información disponibles.  ¡Tú eres el experto en tu vida!

Muchas veces la mejor manera de ayudar es escuchar, desde una posición neutral, sin juzgar, poniendo nuestra atención en comprender al otro y preguntando con genuina curiosidad para incorporar una nueva perspectiva al análisis, otra manera de interpretarlo, usando otros lentes para mirar al hecho o la relación. Cuestionarnos con una nueva mirada aquello que hemos asumido. Escuchar a los otros y ayudarlos a que sean ellos quienes tomen sus propias decisiones y encuentren sus respuestas, lo hagan a su manera y según aquello en lo que creen, en lugar de aconsejar o decirles qué hacer.

Cuando tomas decisiones basadas en las recomendaciones de alguien más, debes tener en cuenta que eres tú quien va a vivir las consecuencias de esa decisión, nadie más. Es por ello tan valioso que la respuesta sea tuya y venga de ti, porque tú eres el protagonista de tu vida. Se trata de saber escuchar a los otros, considerar sus opiniones, experiencias y tomar tus propias decisiones prestando atención a tu guía interior. Allí reside tu sabiduría, sólo necesitas recordarlo y practicarlo.

Escuchar a tu voz interior y que sea esta tu mejor guía para tomar decisiones en la vida. Y como cualquier otra habilidad que deseamos incorporar y desarrollar en nuestra vida, se necesita practicar muchas veces hasta lograrlo. Aprovechemos esas oportunidades que la vida nos regala para poder practicar cuanto hemos aprendido en el camino.

Tomar tus decisiones en base a lo que deseas lograr. Se trata de comenzar con el final en mente, el propósito, la meta, tu objetivo, aquello que quieres alcanzar para en base a esto, diseñar tus acciones.

En esta vida todo tiene solución y si algo tiene solución entonces ya no es un problema. Lo imposible es aquello que tarda un poco más en llegar. Dediquemos nuestro tiempo, pensamiento, esfuerzo y energía a la solución en lugar de desgastarnos en el problema.

Tienes el poder de elegir dónde pones tu atención, tu tiempo, tu creatividad y tu energía.  ¡Tú decides!

Detrás de cada problema hay una oportunidad

Detrás de cada oportunidad hay una satisfacción

Detrás de cada satisfacción está el momento presente

Y en el momento presente, nuestra verdadera naturaleza.

Todo lo que somos.

Nuestra vida: cuerpos y dimensiones.

Nuestra existencia transcurre en diferentes dimensiones. La vida se despliega en la dimensión del mundo físico o material y en el mundo espiritual, donde se interconecta y unifica todo lo que existe como parte de una misma esencia. Todo lo que existe es la expresión de esa fuerza creadora, fuente de energía y vida que constituye su esencia, su núcleo y nuestra verdadera naturaleza. Núcleo y esencia que nos unifica y conecta.
Nuestras experiencias, vivencias, sucesos y relaciones en la dimensión espiritual son tan reales, verdaderas y significativas como aquellas que vivimos en el mundo físico.
La manera de existir es a través de nuestros cuerpos, habitamos de manera simultánea diferentes cuerpos: nuestro cuerpo físico, nuestro cuerpo emocional, nuestro cuerpo mental y nuestro cuerpo espiritual. También podríamos considerar el cuerpo energético, que para mí es la esencia que da vida e interconecta a los otros cuerpos, su esencia y vínculo.
Nuestro cuerpo físico nos permite habitar en el mundo físico, estar en él y experimentar todas las posibilidades dentro de esta dimensión terrenal. A través de nuestra presencia física participamos de este mundo dentro del marco del tiempo y el espacio físico, nos relacionamos con las personas y el mundo que nos rodea. A su vez, nuestro cuerpo físico es el continente y morada del resto de los cuerpos que nos conforman.
Nuestro cuerpo mental nos permite realizar todas las funciones cognitivas relacionadas con la mente. Tenemos la capacidad de razonar a todos los niveles del pensamiento: concreto y abstracto, entender conceptos, imaginar, incorporar información y conocimientos, aprender y recordar, memorizar, realizar analogías, inferir, anticipar, tomar decisiones, visualizar y todo lo referente a nuestra vida a nivel intelectual, del pensamiento y del conocimiento.
Por su parte, nuestro cuerpo emocional es el depositario de todo cuanto vivimos en el ámbito de los sentimientos y las emociones. Tus emociones te hablan, son parte de tu voz y guía interior. Ellas te están diciendo qué es importante para ti, qué quieres, cuáles son tus necesidades, cuáles son las lecciones por aprender detrás de las personas, las relaciones, los eventos y las circunstancias.
A través de nuestro cuerpo espiritual participamos de la vida en la dimensión espiritual que es a la vez total, interior, unificadora y permanente. Representa el universo de las almas, de la esencia de vida, luz, energía y sabiduría interior. Nuestro núcleo espiritual, extensión de la fuerza y energía creadora del universo o Dios, cualquiera que sea tu manera de entenderlo y el significado que le otorgues.
Sucede que estos cuerpos que habitamos no reciben siempre el mismo nivel de atención y cuidado de nuestra parte, con relación a la cantidad y calidad de energía que les dedicamos. Cuando ofreces más tiempo y energía a uno de ellos, este se desarrolla y crece a veces en detrimento de los otros cuerpos que no han recibido el mismo nivel de atención. Donde pones tu atención y energía, crece.
Así, podemos apreciar cuando se ha dedicado más atención al cuerpo físico y se ha descuidado el cuerpo intelectual o viceversa. Otras veces, cuando se procura más atención al cuerpo espiritual podría suceder que se debilita nuestro contacto con el cuerpo físico.
Nuestros cuerpos están interconectados, dependen absolutamente uno de otros para su supervivencia y tienen un impacto directo sobre nuestra salud y bienestar. Por ello es tan importante que reconozcamos y valoremos este vínculo.
Otro ejemplo sobre la conexión entre nuestros cuerpos se aprecia en el efecto y condicionamiento entre el cuerpo mental, el cuerpo emocional y su manifestación a nivel somático en el cuerpo físico. El origen y causa de casi todas nuestras emociones es un pensamiento. Los pensamientos viajan a una velocidad y rapidez tal que muchas veces ni tan siquiera podemos darnos cuenta de que están ahí, son la causa de la emoción que sentimos y responsables de cómo nos sentimos. Por debajo de lo que estás sintiendo hay un pensamiento que lo provocó. El mensaje que recibimos a nivel concreto es una emoción en nuestro cuerpo emocional y registrada a través nuestro cuerpo físico. Nos contraemos, nos sudan las manos, se nos desborda el pecho, sentimos un calor que sube desde el estómago, un hoyo en la panza, mariposas en el estómago, el corazón que se acelera, son muestras de algunas de las tantas maneras en que nuestro cuerpo nos habla y nos dice cómo hemos reaccionado a lo que ocurrió.
Lo que nos causa dolor y sufrimiento casi nunca es el hecho o evento que ha ocurrido, si no el pensamiento e interpretación asociado a esto que ha ocurrido, que provoca la emoción y condiciona como nos sentimos con relación al hecho. Se trata de hacerlo consiente, observar y observarnos para aprender de nosotros y de los otros, escuchar a nuestros cuerpos. Porque todo aquello que no hagas consciente seguirá dirigiendo tu vida.
Todo lo que está en equilibrio está bien. Se trata de encontrar el equilibrio en nuestra vida a través de los cuerpos que habitamos, en la dimensión material y espiritual de la existencia. Conectarnos a nuestro cuerpo físico, mental, emocional y espiritual, reconocerlos a todos por igual y destinar igual nivel de atención, cuidado y energía para nuestro crecimiento interior y nuestro bienestar. Para celebrar la vida.

Prueba de realidad: procesos y progresos.

Prueba de realidad: procesos y progresos.

Nuestra vida transcurre al menos en dos dimensiones. En el mundo físico, material, exterior y en la dimensión interior, psicológica y espiritual de nuestro Ser No todas las personas tienen el mismo nivel de conciencia para identificar que vivimos por igual en ambas dimensiones. Cada quien, según su tipo de personalidad, su manera de ser y de ver la vida, podrá participar en mayor o menor medida en una u otra dimensión de la existencia. Según cada quien y cada cual, varía la proporción de tiempo y atención que dedicamos a vivir en una u otra dimensión.

Existen personas, en los cuales me incluyo, que intentamos encontrar el equilibro para vivir en ambas dimensiones de la manera más balanceada posible. Tengo la certeza que todo lo que está en equilibrio está bien.  Esta práctica resulta de gran utilidad como guía y orientación para nuestra vida. Podemos reconocer lo que está o no en equilibrio cuando escuchamos a nuestra voz interior, cuando sentimos los mensajes de nuestro cuerpo, allí se encuentran las señales y las respuestas. Confía en ti y lo sabrás.

Nuestro mundo interior y exterior están permanentemente interconectados y nuestra vida transcurre en la interrelación de ambas dimensiones. Lo que sucede en una afecta a la otra y viceversa.

El proceso de aprendizaje y crecimiento personal suceden en nuestro mundo interior. Exploramos, comprendemos, nos cuestionamos, reconocemos, aprendemos y crecemos adentro. En ocasiones hemos iniciado un proceso de crecimiento personal para superar situaciones emocionales difíciles y todo cuánto hemos vivido durante este proceso ha ocurrido sobre todo dentro de nosotros. Al vivir este proceso interior podría presentársenos la duda acerca de cuánto de lo que hemos avanzado y logrado resulta real.

En otras ocasiones, asumimos intenciones y propósitos en las acciones de los otros que abren margen a la posibilidad de que realicemos interpretaciones equivocadas.  Y a partir de ahí y como resultado de nuestras interpretaciones, nos hacemos muy mala vida. Muchas veces el sufrimiento, la frustración, el dolor y el enojo son el resultado de las interpretaciones que le damos a lo que ha ocurrido y no del hecho en sí.

Para salir de dudas sobre tus procesos, tus progresos y tus relaciones, lo más recomendable será hacer prueba de realidad. Se trata de validar en el mundo exterior la certeza de nuestra apreciación sobre el proceso que estamos viviendo, el otro o la relación.  Constatar nuestro crecimiento interior en el mundo exterior que habitamos, será siempre una manera muy recomendable para practicar el equilibrio de nuestra existencia en ambas dimensiones.

Si crees que has sanado y superado una relación del pasado que resultó muy dolorosa, es posible que por esos imponderables de la vida se presente la oportunidad de constatarlo. Haciendo prueba de realidad, sabrás qué tanto hay de cierto y de avance en tu proceso de dejar ir o cerrar ciclos.

La vida nos regala casi siempre las oportunidades para hacer prueba de realidad y validar nuestros procesos interiores. Muchas veces las ocasiones para hacer prueba de realidad aparecen sin buscarlas y la posibilidad para confirmarlo se nos ofrece sola.

Podrás saber cuánto has avanzado en tu proceso de aceptación de ti mismo, si cuando estás en un grupo realizas o no un esfuerzo por encajar y agradar, buscando la aceptación del grupo. Esta ocasión te permitirá hacer prueba de realidad para conocer cuánto has avanzado y cuánto falta aún por recorrer en este camino de aceptación y valoración de uno mismo.

La vida es un camino de aprendizaje continuo. Hay muchos aspectos de nuestro desarrollo y crecimiento personal como la aceptación, el perdón, la confianza en uno mismo, la gratitud, el desapego, la capacidad de adaptación, la paz interior, la felicidad, entre muchos otros que cada quien decidirá explorar, conocer, aprender y practicar según su experiencia de vida y sus necesidades interiores a satisfacer en cada etapa.

Cualquiera que sea tu proceso, el tema o los temas en tu vida sobre los cuales decidas aprender, crecer y practicar, una vez transcurrido un tiempo y sientas que has avanzado, que has experimentado logros personales importantes en esa dirección y ese camino; será muy recomendable hacer prueba de realidad para validar tu progreso y confirmar en el mundo exterior que tanto hay de cierto es ese avance y esos logros.  De este modo, podrás seguir avanzando para lograr aquello que deseas en tu proceso de crecimiento personal. Los procesos nos son lineales, cada quien los transita y experimenta a su manera y en sus tiempos. Cuando la vida nos regale la oportunidad de hacer prueba de realidad, aprovechemos la ocasión para reconocer nuestro progreso, retomar nuestro camino o reorientar la brújula, para acercarnos a nuestro destino deseado.